Hoy es mi CumpleRunner.
Este último año que me han faltado las sonrisas y me han sobrado los quebraderos de cabeza, una de las cosas que más me ha hecho sonreír ha sido CORRER. Ha sido mi válvula de escape, mi tabla de salvación. Ese momento sólo para mi, para superarme, para demostrarme que puedo con todo.
Muchos kilómetros en mis piernas y en mis zapatillas. Muchos para alguien que ama correr desde que tiene uso de razón pero que dejó de hacerlo hace tanto tiempo que había olvidado por qué le gustaba de esa manera.
Cuando corro soy feliz. No hay más, es así de simple. Aunque haya días que me quede sin aire, me duelan las piernas o me cueste correr ese kilómetro más que me había propuesto... soy feliz en cada zancada, me siento bien, me siento grande aunque sea una canija que no llega a 1.60.
Nunca olvidaré la mágica sensación de correr por primera vez 10 kms y querer llorar, reír, saltar y gritar de felicidad. Una primera vez inolvidable.
Gracias a mi compi de entrenamientos, por todas esas veces que me ha hecho apretar los dientes y seguir dándole alegría a mis piernas cuando el cansancio, el calor, la lluvia o el desánimo me empezaba a superar.
¡Por muchos kilómetros más!
(Y si muchos de ellos son juntos, mejor)