Esta mañana al levantar la persiana ha entrado en mi habitación la luz gris de uno de esos días lluviosos que tan poco me gustan. Pensaba que iba a ser otro día rutinario de los que tengo habitualmente, de chandal y estudio, pero estaba equivocada, hoy me esperaba una triste noticia.
Te has ido, al principio no me lo podía creer, se me han acumulado las preguntas y han salido todas disparadas esperando respuestas. Unas respuestas que mi abuela tampoco sabía contestarme porque estaba conmocionada y triste. Instintivamente he pensado en mi abuelo, en tu gran amigo, y la pena se ha multiplicado el triple, sé que a él le va a costar asimilar tu marcha tan repentina e inesperada.
Princesa. Así me has llamado muchas veces desde que tengo uso de razón. A mí, a mi madre, a mis tías, siempre con tu característica forma de hablar, que muchas veces me costaba enterarme de lo que decías porque hablabas super rápido. Y con esa pizca de humor, te recuerdo siempre con un humor maravilloso e ingenioso, sin pelos en la lengua... era tu esencia.
Echando la vista atrás me doy cuenta de que la palabra AMIGO contigo cumplía el significado más sincero y más grande del mundo. Nunca olvidaré todo lo que has hecho por nosotros, por mi familia, siempre has estado ahí incondicionalmente, sobre todo en los momentos más duros y difíciles.
Siempre que alguien me llame "princesa" sonreiré y te recordaré, es algo que llevaré en mi corazón toda la vida. Esta puta e injusta vida.
Un beso rebosante de cariño, R., tengo fe ciega que te llegará dónde estés.